La arquitectura padece hoy una crisis que ahonda sus raíces en las postrimerías del siglo XVIII, con la pérdida de autoridad de la tradición clásica, que aunaba de manera natural forma, uso y construcción. Con la búsqueda de modelos alternativos, se desencadenó una larga batalla de estilos que termina con el Movimiento Moderno, promotor de una auténtica ruptura radical con el pasado. Desde este momento se entroniza la función, la atención al usuario y el culto a las novedades constructivas. Estos ideales se reúnen bajo el nombre de «funcionalismo» que no tardó en ser arrinconado por ingenuo y, potenciada en exclusiva su vertiente inmaterial. Como consecuencia, la arquitectura se vuelve introvertida, da la espalda a la construcción y, por ende, al usuario. Y llegamos a la situación actual: olvido del oficio por parte del arquitecto, con la consiguiente pérdida de su peso social.
Este libro plantea una propuesta para rehabilitar la arquitectura (regenerarla, renovarla moralmente, darle nuevo ser) y señala la necesidad de que los arquitectos decidan qué posición han de adoptar en ese territorio fronterizo entre el arte y la vida, y se afanen en perfeccionar su oficio, Con ello se harán inteligibles a los demás y recuperarán el crédito social perdido.