Las relaciones entre el cuerpo y la arquitectura han sido siempre estrechas y complejas. El tratadista romano Vitruvio habló de ello, y muchas de sus ideas fueron luego cristianizadas mediante la identificación simbólica de las iglesias con el «cuerpo de Cristo». La antropomorfización antigua de los soportes (las columnas, que eran «masculinas» o «femeninas») abrió la vía para una diferenciación sexual de la arquitectura. En Edificios-cuerpo se habla de todo ello, se introducen numerosas apreciaciones novedosas y se examinan de modo especial esculturas habitables con formas humanizadas, bien sean proyectadas, construidas o imaginadas. Se consideran, pues, las aportaciones de arquitectos y artistas como Caramuel, Ledoux, Le Corbusier, Wright, Dalí, Charney, Finsterlin, Masson, Matta, Bruno Taut o Kiesler, sin olvidar el trabajo de creadores más recientes como Ernesto Neto.