La idea de que el arte comenzó en la Antigua Grecia,o quizás en el Renacimiento, y de que su progreso puede rastrearse a lo largo de una prolongada serie de obras maestras, nos produce una enorme satisfacción. Con mayor firmeza aún creemos en la idea de que el arte es trascendente y universal. Con La invención del arte Larry Shiner pone en tela de juicio estos artículos de fe y nos invita a reconsiderar la historia del arte en su conjunto. Afirma que la categoría de las bellas artes es una invención moderna, y que la línea que separa el arte y la artesanía fue resultado de cruciales transformaciones sociales que tuvieron lugar en Europa durante el largo siglo XVIII.
Para demostrar todo esto, Shiner estudia la obra de pensadores tan variados como Hogarth, Rousseau, Wollstonecraft, Emerson, Marx, Dewey o Benjamin. Y, en última instancia, muestra cómo el sistema moderno sostiene su hegemonía asimilando a los artistas y a los músicos que le ofrecen resistencia y trazando una estricta distinción entre artistas y artesanos, arte culto y artesanía.