El buen diseño no tiene otro propósito que la eficacia. Sin embargo, muchos confunden todavía los métodos con las técnicas, cuando en realidad los métodos sirven para “pensar” y “planear”, y las técnicas sirven para “hacer”. En esta confusión influye la creencia de que la creatividad es un estallido mágico, genial. Y también existe otra tendencia diferente que entiende la cuestión de otra manera: la creatividad está en los ejemplos ajenos, por lo que basta con imitarlos. Pero la conclusión a la que se llega es la misma: metodologías, ¿para qué?
Es curioso que el funcionamiento del proceso creativo apenas despierte el interés de muchos de los profesionales que lo practican. Sobre todo porque cuando se sabe exactamente lo que hay que hacer –conocimiento claro de los objetivos, los condicionantes, la formación necesaria y el contexto--, ya no se habla de problemas, porque entonces éstos ya están en vías de solución.
Este libro se suma al debate de la falta de elementos metodológicos en el diseño gráfico desde una perspectiva pragmática.