La industria cinematográfica norteamericana ha sabido crear un imaginario que hábilmente ha desplegado alrededor del mundo. Este imaginario es mucho más que una simple manifestación del mito del Pueblo Elegido propio de la ideología de una superpotencia. El cine es, asimismo, el medio por el cual Estados Unidos se impone como capital y gobierno del mundo; deviene un instrumento estratégico que produce hegemonía. Jean-Michel Valantin nos muestra cómo los protagonistas de esta historia -Hollywood, el Pentágono y Washington- establecen y sostienen una relación a veces cordial, a veces tensa, pero siempre productiva. Define un supra género, al que denomina "cine de seguridad nacional", que atraviesa todos los géneros cinematográficos. El cine bélico, la ciencia ficción, la comedia, el cine negro y policíaco, el fantástico o el de terror aparecen aquí constantemente influidos por el debate estratégico norteamericano.
Valantin analiza un cine que en ocasiones actúa como un poderoso contrapoder, de denuncia de los abusos del conglomerado industrial-militar, mientras que en otras reescribe la historia y presenta a unos héroes solitarios empeñados en superar, gracias a la victoria en pequeñas batallas anónimas, traumáticos fracasos bélicos, como por ejemplo fue la guerra de Vietnam.
Mediante el análisis preciso de películas de inmensa popularidad anteriores y posteriores al 11-S (de La Guerra de las Galaxias y Rambo a Armageddon, de Salvar al soldado Ryan a Black Hawk derribado), el autor descorre un tupido velo tras el que se esconden las relaciones del gobierno norteamericano con su aparato militar y la fábrica de fantasías de Hollywood, relaciones documentadas -a menudo sin tener plena consciencia de ello- en las grandes producciones para la gran pantalla que invaden las salas de todo el mundo.