Este libro no pretende entrar en los planteamientos del fotodocumentalismo intencionalmente edulcorado de los libro de viaje, ni el ambicioso proyecto de mostrar un Japón inacabable. Más bien, y siendo humildes, nos conformamos con apuntar algunos aspectos disimulados o que no se ven de forma evidente, pero que están imbricados hasta hacerse materia de carne y hueso en los hombres y mujeres de este país, sus cicatrices escondidas, y su inconmesurable paciencia; en su virtuosidad en la ejecución de cualquier tarea, en su pulcra y silenciosa contribución a la creación del ecosistema que son esas islas mucho más extensas y variadas de lo que parecen, pero que contradictoriamente han sabido aunar modernidad y tradición, para hacer de ellas un lugar especial, tecnológica y socialmente muy avanzado, y que los occidentales miramos con asombro y curiosidad infinitas.
Este es un libro compuesto de imágenes, fundamentalmente, no hay apenas texto; pretende de algún modo completar una foto global hecha de sutilezas por medio de sus muchas partes interconectadas. Su multiplicidad y diversificación son en cierto modo engañosas, ya que todas ellas corresponden a esa única y peculiar forma de entender el universo cultural de una comunidad antropocentrada durante siglos, organizada e indumentarizada hasta en lo más infimo.
Como una isla que son, los nipones han desarrollado un modo de vivir, de vestirse, de comportarse, de elaborar sus objetos, de actuar públicamente, de establecer sus relaciones sociales, de construir, de alimentarse, de pensar y hablar, que son únicos en su belleza, funcionalidad y corrección. Su anhelo de perfección formal se lleva a extremos a veces increíbles. Su gusto por la delicadeza de lo bello y minúsculo de los detalles, en sus templos y palacios, de sus jardines, ropajes y enseres, el arte del papel, la cerámica y los muebles, contrasta con la dureza y orgullo que muestran sus costumbres más belicosas y su modo de hacer en la guerra.
Su preparación de cuerpo y mente en el ?bushido?, sus técnicas, sus armas y sus artimañas defensivas y ofensivas le han valido en Oriente y Occidente su fama bien conocida. A primera vista, se diría que son parte de su filosofía de contrarios Yin y Yang.