¿Quién fue realmente Encarna Sánchez? ¿Cómo era fuera de los micrófonos, cuando no se mostraba al público? ¿Quién se quedó con su inmensa fortuna? ¿Cómo vivió sus últimos días postrada en una cama, aislada de los que la apreciaban? La Señora de la noche, la reina de las tardes radiofónicas españolas, llevó una doble vida que se desvela en estas páginas. Encarna, de noche o por la tarde, en directo o a solas en la habitación de un hotel, fue lo que fue y no lo que algunos se han empeñado en contarnos. Las hemerotecas están llenas de mentiras, de historias inventadas e interesadas –algunas, de la propia Encarna–, de venganzas de los que en vida no se atrevieron a sostenerle la mirada. Ella, la todopoderosa, que amasó una inmensa fortuna, mucho más de lo que se ha contado, amortajada en un traje de Chanel blanco, sin joyas, desposeída de todo, no tiene ni una tumba donde llevarle flores. Nada queda de la Señora, sólo el recuerdo tergiversado de su figura. Pero ahora ha llegado su momento, la hora de contar la verdad. «Ya estoy aquí. Pronto volveréis a sonreír. Pronto vendréis a mi encuentro. Pronto podré decir con todo el valor del mundo: ¡Temblad pedazo de sinvergüenzas!» Encarna Sánchez