«En el verano de 1957, tras un accidente de automóvil, fui presa durante tres meses de dolores lo bastante desagradables como para que se me administrase cotidianamente un sucedáneo de morfina llamado ?875? (Palfium). Al cabo de esos tres meses estaba lo suficientemente enganchada como para que se impusiera una estancia en una clínica especializada.»
Tóxica es el diario de esa desintoxicación. En él, Sagan escribe de la misma forma que vivió, desnudándose sin pudor. Cuenta que comprende la importancia de la escritura. Habla de la lectura de Proust, de Rimbaud y de Apollinaire como bálsamos para su espíritu quebrado. Entona, en suma, una canción de amor a la literatura. Ella, la insolente rebelde, el trasunto de la Cécile caprichosa de su Buenos días, tristeza, yace herida por su adicción a las drogas y se rinde a otra adicción aún más poderosa: las letras.
«Una confesión descarnada sobre el infierno de la desintoxicación.»
Le Point
«Sagan escribe con rapidez animal, derrocha argumentos de eficacia académica, y sus héroes y heroínas alcanzan la perfección de los personajes del teatro de Racine»
John Updike, The New Yorker
«Sagan fue una belleza hedonista y garçonne, que conducía coches deportivos descalza por las carreteras de Saint-Tropez, triunfó como escritora y tomó tantas drogas que su fox-terrier murio de sobredosis al olisquear uno de sus pañuelos.»
The Guardian
«Tóxica es un texto esencial en la obra de Sagan.»
Le Journal du Dimanche