Amante del riesgo, contraria a cualquier tipo de reglas y decidida a salir como fuese de la miseria de sus orígenes, Carla podía contar tan sólo con ella misma. Por eso eligió conscientemente hacer la calle. «Te vendes porque necesitas dinero» declara, añadiendo, en nombre del Comité a favor de los derechos civiles de las prostitutas, fundado conjuntamente con Pia Covre y del cual es presidenta: «A nosotras nos va bien este oficio. No queremos trabajar en otro. Sólo queremos que nos dejen ejercerlo tranquilamente y tener ciertas garantías, sin estar continuamente en el punto de mira de la policía y de la gente decente. Hemos tenido que despojarnos del rol de la desgraciada obligada a prostituirse. El hecho de que dijéramos: ?lo hago porque lo he decidido y quiero poder seguir haciéndolo? desató todos los demonios».Sandra Lardi, que ha sabido estimular y valorar el talento narrativo de Carla, comenta que «hablar de prostitución produce incomodidad. Mucha gente ha interiorizado el concepto de la prostituta corrupta, que se alterna con el de la prostituta víctima, pero Carla no representa ninguno de estos modelos».Radiante y exuberante, plena de coraje y de autoironía, Carla evade los estereotipos del imaginario colectivo para contarnos la «cultura de la calle».