Además de un artista genial, y aunque se le tuvo por calculador, tacaño y dominante, Picasso fue también un hombre generoso y un amigo atento.
Este libro trata de la inusual y estrecha amistad que unió al barbero Eugenio Arias y al pintor desde 1947 hasta la muerte de Picasso en 1973. Cuando Picasso se trasladó junto a Françoise Gilot y sus hijos Claude y Paloma a Vallauris, pueblo de ceramistas en el sur de Francia, Eugenio Arias se convirtió en su barbero y amigo. Les unía la nostalgia que sentían por España, patria de la que ambos se habían exiliado, sus sentimientos antifascistas, su sentido del humor y su pasión por las corridas de toros a las que acudían en Arles y Nimes.
Eugenio Arias sigue viviendo a sus 93 años en Vallauris. Es un extraordinario narrador de anécdotas por cuya boca habla la sabiduría y el ingenio de un anciano que ha permanecido fiel a sí mismo en todas las situaciones de una vida a veces turbulenta.