Vaslav Nijinsky, «el dios de la danza», estuvo rodeado de leyenda desde el inicio de su carrera como bailarín. Su virtuosismo era extraordinario y su técnica, perfecta; como coreógrafo, creó un nuevo concepto de la danza que sorprendió a la cultura oficial y que supuso el comienzo del ballet moderno. El 4 de marzo de 1909, en vísperas de que fuera ingresado por primera vez en un sanatorio psiquiátrico, Nijinsky interrumpía la escritura de estas páginas en las que, con un lenguaje febril, a menudo incandescente, daba testimonio de una lucidez cegadora y legaba a la posteridad la despedida de un genio del arte a punto de hundirse definitivamente en la locura. Nijinsky se revela en su “Diario” como artista cultivado y radical que conoce a fondo la literatura, la política y el pensamiento rusos, aunque también persisten en él los síntomas de su enfermedad, ya sea bajo forma de manía persecutoria o delirios de grandeza, de alucinaciones o de obsesión por el sexo. Tras su muerte, su esposa, Rómola Nijinsky, supervisó y censuró las ediciones del “Diario”: ahora presentamos, por vez primera en español y directamente traducido del ruso, su versión íntegra.