Desde finales de los años noventa, diversas líneas de investigación sitúan en España a personajes procedentes de países de la Europa del Este vinculados a la mafia y al crimen organizado. Se trata de antiguos «ladrones en la ley» o «vor zakone» que, tras el descalabro de la Unión Soviética, alcanzaron el poder que les ha permitido tejer estrechas redes de dependencia con ámbitos gubernamentales. Hoy, compran cargos, ponen y quitan gobiernos, controlan empresas y pretenden extender su influencia hacia Occidente. En nuestro país, donde ya intentaron penetrar en el sector energético a través de la petrolera Lukoil, realizan sus negocios y blanquean capitales. España es, sin duda, su objetivo más codiciado.