Desde el inicio de Lope de Vega en la narrativa hasta la muerte de sor Juana Inés de la Cruz se extiende, en las letras hispanas, un siglo marcado por la novedad. Comenzada su carrera dramática en el ocaso del siglo XVI, el Fénix la define en su Arte nuevo de hacer comedias, y la feliz fórmula bien vale para caracterizar la preocupación de sus contemporáneos por realizar una profunda renovación a partir de los cimientos renacentistas. La muerte de Herrera en 1597 coincide con el apogeo de la generación poética encabezada por Lope y Góngora, consagrada editorialmente en el cambio de centuria, para diseminarse en poco más de una década con la polémica en torno a la “nueva poesía”. En los mismos años un ya maduro Cervantes llevaba a su culminación el “arte nuevo de hacer novelas”, dando ejemplo en todas las modalidades genéricas con un giro radical en los modelos heredados. A su zaga, discursos, géneros, autores y obras seguirán una senda que, como Ícaro, se hundirá en el mar tras rozar las regiones del sol. Desde esta perspectiva se aborda el despliegue de una escritura, soslayando las simplificaciones que encierran las letras del período en el devenir del imperio o la enfocan desde la perspectiva renacentista, para indagar en la dinámica de renovación articulada con cambios de muy distinto signo, entre lo material y lo ideológico.