Mi elección de Francisco Carrasquer como expositor de las ideas y opciones antiautoritarias opuestas a la ideología marxista no fue producto de un capricho ni azar. Carrasquer anima desde hace décadas la fértil, pero desatendida corriente libertaria como alternativa factible al universo ciego y devastador en el que vivimos. Su rebeldía ante "la práctica capitalista que hace de las cosas, no referencias al hombre, sino diferencias entre los hombres según la cantidad que de ellas posean" le conduce a dar la vuelta a la célebre sentencia de Protágoras para proclamar que "el hombre no es la medida de nada", que "por definición" es "desmesura" y son al contrario "todas las cosas" las que "pueden y deben medirle". La conciencia de la abarcabilidad -del horizonte de las cosas abarcables por el ser humano o del plano o pantalla en los que se refleja nuestra realidad- evitaría que perdiéramos de vista el proyecto de sociedad y nos dejáramos avasallar como hoy por la pesadilla de lo real.
¿Cómo llevar a la práctica una alternativa viable el desarrollismo delirante y el pillaje suicida de los recursos del planeta? ¿Cómo cambiar los hábitos e ideas de los supuestos beneficiarios del Progreso -en realidad una minoría de la humanidad- sin una indispensable revolución moral?
Creando, nos dice Carrasquer, una manera de pensar cuyo núcleo sea la calidad de vida, fundada no en el "poseer mucho" sino en el "poseer lo menos posible con la máxima eficacia, evitando ser esclavos de cosas". Nuestro autor, con su larga y provechosa experiencia de militante de la causa libertaria, no cree que el sistema de partidos vigente pueda impulsar tal cambio; su esperanza redica en la acción conjunta de numerosos grupos de presión movidos por intereses confesables.
Juan Goytisolo