La palabra que resume mejor la maravillosa variedad de la experiencia humana en el siglo XVIII es «expansión», según atestiguan el tamaño de los ejércitos, los índices de alfabetización, la intervención del estado, la expansión de los imperios de ultramar, la productividad, o, simplemente, el número de europeos en el planeta –apreciablemente mayor en 1800 que en 1700. Es el siglo que conforma el engarce entre el viejo y el nuevo mundo, puesto que en él se percibe el cambio no sólo como algo palpable, sino también irreversible. En este libro, seis expertos analizan concienzudamente los desarrollos más importantes en la política, la sociedad, la economía, la religión y la cultura, el comercio y las relaciones internacionales y las relaciones europeas con el mundo del otro lado del océano.