Las sociedades contemporáneas nos incitan a pensar la «realización» como un modo de soñar despierto. A veces son sueños de posesión. Pero otras veces son sueños de seducción, donde aparecemos al fin como individuos dotados de cualidades sublimes, virtuosos de un instrumento musical del que hasta entonces sólo habíamos extraído sonidos angustiosos, campeones de un deporte que comenzaba a desalentarnos, haciendo gala de virtudes insospechadas ante los demás... ¿Podemos conformarnos con eso?
Para responder a la cuestión de la «buena vida», la sabiduría antigua invitaba a los humanos a regir su existencia según principios trascendentes. Por ejemplo, veía en la armonía de la naturaleza o en el esplendor divino modelos dignos de imitación. Mucho tiempo después de la «muerte de Dios», la humanidad experimentó la necesidad de sacralizar ideales —la patria, la Revolución— para dar sentido a la existencia. Ahora, incluso tales horizontes se diluyen.
Este libro relata la historia de las grandes respuestas del pasado, la trama de las vidas ideales imaginadas por nuestros ancestros. Pone de relieve sus aspectos más poderosos, aquello que todavía sigue vigente en la actualidad. Y, sin embargo, más allá del relato, propone una reflexión sobre el modo en que se plantea este antiguo interrogante en nuestros días. En efecto, es posible que nuestro mundo laico sea menos hostil a la trascendencia de lo que se reconoce habitualmente; es posible que estemos inaugurando, sin saberlo, la época de la reconstrucción del mundo.