En el año 1400 apenas había mapas en Europa, pero hacia 1650 se constata una explosión cartográfica que modificaría el curso de la historia europea. Este libro muestra cómo Europa consiguió superar a países que la aventajaban en el campo cartográfico, como China y Japón, para ponerse al frente en la tarea de realización de mapas cada vez más precisos.
David Buisseret investiga esos avances, y las implicaciones fundamentales que los mapas tuvieron para Europa, desde el crecimiento de las ciudades hasta el desarrollo de las zonas rurales, desde la exploración de ultramar a la dirección de los ejércitos, desde la política hasta la guerra. El interés por las posibilidades de la cartografía no sólo llamó la atención de famosos artistas y arquitectos, como Alberto Durero, Leonardo da Vinci y Christopher Wren, sino que también impulsó las trayectorias de cartógrafos como Gerard Mercator, Abraham Ortelius y Christopher Saxton. David Buisseret pone de manifiesto la influencia de diversos factores --la antigüedad clásica, los nuevos estilos pictóricos, los monarcas europeos y las fuerzas económicas emergentes--, explicando cómo confluyeron esos elementos para forjar un nuevo tipo de representación, dotada de una fuerza sorprendente, cuya influencia todavía puede percibirse en la actualidad.