Este libro plantea la necesidad de que los periodistas de los medios escritos, desde directores hasta becarios recién llegados de la universidad, asuman el reto de renovar la toma de decisiones, mejorar los contenidos y complementar la información con Internet, ya que los lectores de la primera década de este nuevo siglo son mucho más exigentes y cada vez están mejor preparados.
Efectivamente, el periodismo impreso está todavía anclado en viejas fórmulas narrativas y en estructuras seccionales obsoletas, de modo que es necesaria una renovación urgente de la manera en que se decide qué entra y qué no en la agenda temática.Y debe renovarse porque todavía hay papel para el papel, porque el periodismo impreso tiene aún ante sí diez e incluso veinte años de vida. Aunque las trompetas empezaran a anunciar la hecatombe de la prensa diaria hace ya treinta años, ahora no sólo hay más periódicos que nunca, sino que están surgiendo muchos proyectos y propuestas que llaman poderosamente la atención de los nuevos públicos.
Ésta es una obra que parte de la realidad para basarse en la esperanza de que todavía hay mucho camino por delante, sobre todo si los periodistas entienden que han de superar viejos conceptos y enterrar estrategias obsoletas.