La profesión de librero es una actividad de las más peligrosas en Afganistán. En su afán por controlar el pensamiento de la población, tanto comunistas como los talibanes persiguieron cualquier libro que no se ajustara a su ideario, es decir, casi todos. Por eso no es de extrañar que la joven periodista noruega Åsne Seierstad eligiese instalarse en casa del librero Sultan Kahn. Desde ese lugar privilegiado, Seierstad ofreció al mundo el retrato de un hombre capaz de cualquier cosa para seguir adelante con un negociotan atípico en su país y describió desde dentro una sociedad tan fascinante y contradictoria como la afgana. Y en este mosaico destaca la descripción que ofrece de la vida diaria de las mujeres afganas, con unas posibilidades casi nulas de llevar una vida digna según los cánones occidentales.