Una de las características más sobresalientes de nuestra cultura es la gran abundancia de fantochadas. Todos lo sabemos y todos contribuimos a ello. Pero el fenómeno aún no ha despertado demasiadas preocupaciones. No tenemos ninguna comprensión clara de cuál es la sustancia de la que están hechas las fantochadas, de por qué abundan tanto o qué papel desempeñan. Y carecemos de una verdadera conciencia sobre lo que significan para nosotros. Es decir, como dice Harry Frankfurt: «No tenemos ninguna teoría».
Frankfurt, uno de los filósofos morales más influyentes del mundo, procura construir aquí esa teoría. Con su combinación característica de pasión filosófica, penetración psicológica y maliciosa ironía, explora los modos en que la fantochada puede distinguirse de la tergiversación deliberada. Y concluye que puede tomar muchas formas inocentes, pero en realidad es mucho más perniciosa para la verdad que las propias mentiras.