La población colombiana vive una dramática situación humanitaria marcada por la violencia política, el desplazamiento forzado y masivo, la implicación de las Fuerzas Armadas y las Fuerzas del Orden Público en crímenes, la paramilitarización del país y un estado de impunidad amparado por las más altas instituciones políticas y jurídicas. La historia de Colombia es una historia de violencia, y aunque sus causas son complejas, no son confusas. A diferencia de otros casos de violencia generalizada, en Colombia el conflicto armado interno de larga duración se presenta en el marco de un sistema político de democracia representativa. ?En medio de una ?democracia?, pudieron hacer cosas peores que en una dictadura?, explica Aída Abella. En este libro se hace una presentación de las estructuras, soterradas o legales, que ha utilizando el Estado colombiano en la gestación de métodos de terror y ?guerra sucia? contra numerosos sectores sociales y políticos. Se exponen casos paradigmáticos de los crímenes de lesa humanidad en Colombia, como el genocidio contra el movimiento político de oposición Unión Patriótica (UP) o la represión contra el Sindicato de la Unión Sindical Obrera de la Industria del Petróleo (USO).
En este libro hablan las víctimas del Terrorismo de Estado. En este trabajo, la inquietud fue analizar las trayectorias de cada entrevistado, su proceso vital, así como las circunstancias, sueños, ideales, frustraciones y formación política que condujeron a cada uno en su proceso de lucha, cómo actuaron para construir las realidades en las que vivían y cómo aguantaron el miedo y las amenazas contra sus propias vidas y las de su entorno.
El libro quiere ser una pequeña aportación a la lucha contra la impunidad, testimonio de la memoria olvidada, silenciada y enterrada en las fosas de la guerra sucia. Pero también un llamamiento al Gobierno español y a la Unión Europea para que revisen sus políticas exteriores con Colombia. Que sancionen y juzguen a los responsables de los crímenes como el actual presidente colombiano Álvaro Uribe Vélez y no, como sucede hoy en día, que defiendan los intereses de las empresas transnacionales en esta zona.