«Todo el mundo se queja de su memoria, pero nadie de su juicio», decía el escritor francés La Rochefoucauld. Esta queja la expresan personas de todas las edades y, sobre todo, aquellas que ya no ejercen actividad profesional alguna. Sin embargo, debemos abandonar la resignación pasiva ante la aparente degradación de esta facultad insustituible. Las numerosas personas, ancianos o jóvenes, que asisten a talleres de entrenamiento de la memoria y a instituciones especializadas son la demostración de una esperanza: podemos hacer algo.
El hecho es que:
- La memoria no se «pierde», sino que evoluciona con la edad.
- Es una amiga fiel si uno se ocupa de ella; pero si no le pedimos nada, se irrita.
- La memoria depende de las demás facultades mentales y físicas.
- Por lo tanto, cultivar la memoria significa cultivar todo el ámbito donde se desarrolla: atención, imaginación, sentido común, juicio, higiene mental, etc.
Esta obra pretende fomentar el entrenamiento de la memoria en todas las edades. El libro es fruto de una experiencia de muchos años en la dirección de talleres sobre el tema. Y, sobre todo, es una herramienta práctica y útil para todos