¿Qué utilidad tiene someter la institución del matrimonio, tan deudora de acciones y reacciones viscerales, irracionales, a un examen cruelmente racional? Una, en todo caso: la de poner al descubierto sus vergüenzas. Cosa que, si además se hace con humor y con ironía, puede ayudar a muchos –y muchas– no a dejar de cometer los mismos viejos errores de siempre, pero sí, al menos, a admitir con una sonrisa en los labios que, en efecto, son errores, y que pueden ser examinados con visión crítica y, por qué no, también autocrítica. Javier Ortiz, conocido columnista y comentarista político, nos sorprende invitándonos a participar de la mirada ácida y cómicamente didáctica que dirige al matrimonio en todas sus facetas, desde las más tradicionales hasta las más modernas, incluidos el matrimonio homosexual y las relaciones a varias bandas. Hay materia más que suficiente para el regocijo, pero también para la reflexión.