Sherwin B. Nuland, profesor y médico cirujano en los Estados Unidos, sorprendió al mundo hace unos años con un libro fascinante que enseguida se convirtió en un best-seller: Cómo morimos (Alianza Editorial, 1995). Era una documentada reflexión sobre la muerte: el ser humano enfrentado al último capítulo de la vida. Uno de los grandes tabúes de la sociedad contemporánea, ante el que no siempre sabemos situarnos, aparecía por primera vez desmenuzado y tratado en todos sus detalles y desde muy diversas perspectivas por un autor que, a sus conocimientos científicos, une sobre todo un profundo compromiso con la condición humana. Este nuevo libro de Nuland nace en cierto modo como consecuencia del anterior. En Cómo morimos el autor nos situaba en la antesala de la muerte. Se trataba, en definitiva, de aprender a morir. De lo que se trata ahora es precisamente de lo contrario, de enfrentarse a la vida, al secreto de esa máquina prodigiosa, compleja, deslumbrante y única que es el ser humano: su espíritu y su naturaleza física. La sabiduría del cuerpo es un viaje por nosotros mismos. ¿Cómo funciona este mecanismo maravilloso en el que habitamos? ¿Cuál es su equilibrio, su asombrosa armonía interior? ¿Cómo mantenerla, estimularla, vivirla adecuadamente? Nuestros cuerpos tienen la sencilla y al mismo tiempo milagrosa función de mantener la vida. El desorden de la química, el aparente caos de los tejidos, la frágil estabilidad de las células son capítulos o porciones de un universo grandioso que nos sostiene y se sostiene a sí mismo. El verdadero secreto de la supervivencia de nuestra especie consiste precisamente en haber trascendido la mera supervivencia, en haber hecho uso de la biología para andar el largo camino del mono al ser humano. Ese viaje es la historia central de La sabiduría del cuerpo.