En este «panfleto» demoledor, Manuel Vázquez Montalbán pasa revista a las miserias y a las ilusiones de un mundo en que, si bien los dioses se han marchado, sobreviven la teología liberal, la liturgia de la televisión y el dogma del inefable misterio de una Europa supuestamente inmaculada, y nos conduce, a través de las ruinas de la Historia, hacia la esperanza, o más bien la necesidad, de recomponer la razón democrática, invitándonos a «construir un nuevo imaginario emancipador». Porque «no hay verdades únicas, ni luchas finales, pero aún es posible orientarnos mediante las verdades posibles contra las no verdades evidentes y luchar contra ellas. Se puede ver parte de la verdad y no reconocerla. Pero es imposible contemplar el mal y no reconocerlo. El Bien no existe, pero el Mal me parece o me temo que sí».