En El cuidado del alma, Thomas Moore hablaba del alma profunda que se encuentra en las emociones, en la capacidad de relacionarnos y en la cultura. En esta continuaci243;n de esa obra apasionante busca el esp237;ritu en las emociones confusas, en los fracasos que afligen a las personas. Porque la espiritualidad, que jam225;s deber237;a ser utilizada como v237;a de escape, se halla en realidad en los entresijos de la experiencia, en los esfuerzos incesantes por encontrar un sentido a la vida, y en las vivencias traum225;ticas, que cabe considerar como iniciaciones espirituales en lugar de fracasos.
" Ser espiritual significa ser presa de un misterioso impulso divino que nos lleva a manifestar alg250;n aspecto de la fuerza m225;s profunda de la vida. Alcanzamos la plenitud de nuestro ser cuando dejamos que el esp237;ritu nos desgarre, trastocando nuestros planes y perturbando nuestros conocimientos, rehaci233;ndonos desde los mismos cimientos de nuestra existencia. Nada es m225;s estimulante, nada es menos sentimental que la invitaci243;n del esp237;ritu a convertirnos en quienes somos y no en quienes creemos que deber237;amos ser."
En esta segunda parte de El cuidado del alma, Moore va m225;s all225; de los preceptos de la tradici243;n y la pr225;ctica externa de la religi243;n para mostrar a los lectores c243;mo hallar el esp237;ritu que se mueve en la vida cotidiana. En este fascinante an225;lisis de la religi243;n y la espiritualidad, Moore invita al lector a reimaginar la forma de alcanzar una vida espiritual m225;s rica, posibilidad que est225; al alcance de todos los que buscan.