En una ocasión, Sartre dijo que Nietzsche es el único filósofo a quien todavía lee el hombre común. Y éste, por su parte, en otra ocasión escribió que Kant intentó defender la filosofía del hombre de la calle frente a los doctos, pero lo hizo utilizando el lenguaje de los doctos, motivo por el cual el hombre de la calle no le soporta. Tal vez esta última observación sirva para explicar buena parte del atractivo que Nietzsche tiene todavía para nosotros: en efecto, él fue capaz de dotar de cierta ligereza el tratamiento de un puñado de cuestiones tan graves que la filosofía anterior casi no había sabido tratar sin recurrir a exageradas dosis de pesadez. Los artículos de los expertos sobre su obra que integran este volumen comparten el interés por ese espíritu de ligereza que Nietzsche introdujo en mayor medida que ningún otro pensador en la filosofía occidental.