Terréese Bertherat le explica a su hija Marie, embarazada, el juego de fuerzas que cobran vida en ella, y le propone catorce movimientos de suma precisión que prepararán su cuerpo para el nacimiento.
Fundados en rigurosos datos anatómicos y fisiológicos, estos movimientos despiertan en ella la afición por las sensaciones sutiles y por habitar su cuerpo en todos sus rincones, con ternura, respeto hacia sí misma y hacia su hijo por nacer.
Madre e hija, junto con Paule Brung, una comadrona poco común —cuarenta años de oficio y la seguridad que sólo proporciona la experiencia—, ayudan a la futura madre a dar nacimiento a su hio en libertad, con el consentimiento del cuerpo.