Un ser libre es aquel que reconoce su potencial, lo cuida, lo nutre, lo utiliza y lo expresa. Es un ser
despierto. Ha dejado de culpar, de quejarse y de poner excusas. Ha asumido su plena responsabilidad y tiene una actitud
de agradecimiento en cada momento. Es un ser relajado que no se acomoda en zonas de confort ni pereza. Desde la
serenidad, sale de esos espacios limitadores de potencial para trascender y brillar. Para vivir en libertad necesitas
el poder de la concentración, que te permite alejarte de lo inútil, y el poder de la determinación, para realizar lo
que anhelas. Necesitas respetarte, respetar a los demás y el entorno. Como no vivimos aislados, el arte del vivir
requiere empatía, diálogo y silencio para escuchar. Nuestra capacidad creadora de escoger qué pensamos y qué sentimos
en cada momento y cómo respondemos en cada situación es nuestra fuerza y nuestra libertad. Sin embargo, nuestras
creencias nos limitan, nuestro pasado nos condiciona y nuestros miedos nos impiden vivir nuestros sueños más profundos.