Seis años después de su peregrinación a las ciudades santas del Islam, y al año siguiente de su accidentado viaje con Speke hasta las fuentes del Nilo, emprende Burton el inesperado viaje hasta Salt Lake City, la ciudad santa de los mormones, que con su habitual viveza describe en este libro. Desde St. Joseph (Missouri), a donde ha llegado remontando el gran río americano, Burton emprende, sin disfraz esta vez, un viaje a través de las Praderas, hasta el actual estado de Utah, en plena época de la quimera del oro californiana, y coincidiendo con las primeras grandes guerras indias. Su perspicacia descriptiva y la plasticidad resultan tan sugestivas en este escenario, psicológicamente más próximo a nosotros, como en las crípticas arenas del Hiyaz.