“Mi primer día de estancia en Marruecos fue tan diferente al último que hasta me avergüenzo de pensar como lo hacía, de mirar de aquel modo y de mi extraordinaria ignorancia.” Manuel Arroyo relata en este libro esa transformación consustancial a la idea más completa de un viaje. En ese recorrido vital reside buena parte de esta especie de reportaje, sostenido pero intenso, de su estancia de más de tres años en Marruecos. Llevado allí por motivos profesionales, el autor constata la transformación de su visión sobre el país y sus gentes. Desde su llegada en 1999 llevó un dietario con sus impresiones, inicialmente centradas en la contemplación exótica e intimista de su entorno más inmediato: las calles, las gentes, las costumbres, los olores, los sonidos, el color, el dolor, las risas, los cantos, los rezos... Poco a poco se van registrando realidades muy duras, crudas a veces, más dulces otras, de la cotidianeidad mezcladas con menciones muy directas al suceso menos ordinario (la muerte de Hassan II, el problema de la inmigración/emigración y la recepción in situ de sucesos como los de El Ejido en Almería, el 11-S, el conflicto de Perejil) y surge de su lectura la impresión general de un choque de realidades que suele sucederle al viajero que un buen día llega a un lugar que desconoce soberbiamente y otro buen día se marcha con la humilde impresión de que le falta mucho para llegar a conocerlo.