Cada capítulo de este libro comienza con el retrato de una persona real y describe su situación particular. Desamor, adicción al trabajo, nostalgia de una vida más aventurera y otros tantos casos, típicos de este final de siglo, sirven a Theodore Zeldin para realizar una fascinante pirueta temporal y conectar con otras civilizaciones, otros pueblos ya extinguidos, y encontrar almas gemelas de las contemporáneas entre los aztecas, los babilonios, los yorubas... Esta obra, por tanto, tiene algo de historia, pero es una historia peculiar, donde se habla sobre ese pasado que todavía vive en la mente de las personas. Se describe el mundo, pero se trata de un nuevo mundo, sutil, de relaciones íntimas, muy diferente del mundo territorial en el que los humanos se identifican por el lugar donde viven y trabajan, sus pasaportes o sus saldos bancarios. Zeldin ha sabido captar el intento del hombre y la mujer contemporáneos por escapar de la realidad vista como un bloque monolítico, y abrir los ojos a nuevas relaciones entre lo personal, lo local y lo universal.