Este volumen recoge tres trabajos de Eric J. Hobsbawm, el primero de los cuales constituye un auténtico clásico de la historiografía.
En la actualidad se considera un hecho probado que la economía europea atraviesa en el siglo XVII una larga fase de recesión. Pero esta recesión tiene características y repercusiones notablemente distintas en diferentes áreas de Europa. En términos generales retroceden el Mediterráneo (la península Ibérica, Italia y Turquía) y el Báltico (Polonia, Dinamarca y la Hansa). Suecia es, junto con Inglaterra y los Países Bajos, una de las naciones favorecidas por la crisis.
Mientras estos países conocen un vigoroso desarrollo industrial, Italia y Alemania se desindustrializan. Si el origen de la crisis debe buscarse en el choque del desarrollo capitalista con los límites que le impone la estructura social del feudalismo, no es sorprendente que éste sea un siglo de trastornos sociales: la Fronda, las revueltas en Cataluña, Nápoles y Portugal. Mientras los imperios se hunden se produce una reordenación del sistema colonial. Así, la crisis general del siglo XVII sienta las bases para la revolución industrial, transformando radicalmente la estructura de clases de los países europeos y creando una nueva división internacional del trabajo.