Desde los Cien días al entierro mulitudinario de Victor Hugo (1885), Michel Winock repasa con mano maestra la participación de numerosos escritores y artistas en la lucha por la libertad de expresión prevista en la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano (defendida por personajes tan dispares como Chateaubriand y Constant), por la libertad de prensa (no obtenida hasta 1881), por la del arte bajo todas sus formas (de la que Baudelaire y Flaubert se convertirían en símbolos), por la libertad de conciencia, la libertad filosófica y científica (con Renard a la cabeza), la libertad política y civil (en la que George Sand destaca como defensora del derecho al divorcio), de asociación y de reunión (Flora Tristán). París fue por entonces el centro de las revoluciones y la libertad, y volver los ojos a esa etapa de la historia europea nos ayuda sin duda a juzgar con una mirada nueva el papel del hombre de letras en el devenir de Europa y en la lucha por la libertad.
El papel del escritor o del artista en la sociedad y la noción misma del compromiso son cuestiones que vuelven a estar en el centro de la atención a raíz de los últimos acontecimientos, nacionales y mundiales. Esta es una obra que no sólo aporta muchas luces sobre el período que analiza, sino que invita a una reflexión sobre la actualidad.