El culto funerario a los héroes muertos u otras personalidades destacadas ha sido, desde los tiempos más antiguos hasta la actualidad, un eficaz medio de consolidación del poder. Enormes sepulturas ;pirámides, mausoleos y túmulos; son testimonio de la inestimable significación de los muertos para la conservación del poder por parte de sus sucesores. Olaf B. Rader describe en este libro, escrito de manera amena y atractiva, cómo desde la Antigüedad hasta el siglo XX se utilizó el culto a los muertos para legitimar el poder. Se mencionan cadáveres célebres robados, otros cuyo peso fue pagado en oro o en cuyo nombre se hicieron sangrientas guerras. Pero también se analizan los casos contrarios, aquellos cadáveres que fueron sentenciados en juicio, arrojados a ríos o mares, escondidos en lugares secretos o disueltos en ácido.