En 1914, al estallar la primera guerra mundial, ernst jünger se alistó como voluntario en el 73 Regimiento de Fusileros y fue enviado al frente francés. Durante la contienda, en la que fue herido y condecorado en numerosas ocasiones, jünger llevó un diario donde anotaba no sólo el dramatismo de las acciones bélicas, sino también lúcidas observaciones sobre la naturaleza humana enfrentada al caos y a la muerte, y sobre el cambio de rumbo que la técnica armamentística estaba imponiendo a la historia.
Con el paso del tiempo, tempestades de acero, escrita a partir de ese diario y publicada por vez primera en 1920, se ha convertido en una de las mayores obras de la literatura de guerra de todas las épocas. Sus páginas, nacidas en el fragor de los combates, en hospitales o en trincheras que se convirtieron en las tumbas de cientos de miles de soldados, son al mismo tiempo novela de formación y aprendizaje, y también una honda reflexión en torno a la condición humana y al destino de un siglo que empezó bajo el signo de esta masacre inusitada.