Durante generaciones, crecer fue una tarea fácil: ibas a la escuela unas horas al día, practicabas deporte
y tenías alguna afición, y el resto del tiempo jugabas. O quizá soñabas despierto. Carl Honoré explica cómo nuestro
moderno enfoque de la infancia es todo un fracaso: nuestros hijos están más obesos, miopes, más deprimidos y más
medicados que cualquier generación anterior. Usando a los niños como forma de revivir nuestra propia vida, o para
compensar nuestras frustraciones personales, hemos destruido la magia y la inocencia de la niñez. Bajo presión no es un
manual para padres sino una llamada a la acción: podemos hacerlo mejor. Para ello hay que desacelerar el ritmo, rebajar
la tensión y la angustia, prescindir de la competitividad y crear espacios existenciales y relacionales donde sea
posible la vida inteligente, emotiva y propia.