encantador, guapo y divertido, pero... sin un duro
asesor financiero, casa enorme, coche
deportivo y... horrible bigotito
Libby lo tiene muy claro, o por lo menos eso creía
Dicen que dudar es un síntoma de inteligencia, pero, cuando de hombres se trata, Libby se vuelve algo tonta. Por un lado está Nick, que con su pisito de soltero y su experiencia noctámbula es un tío genial para pasar buenos ratos, y qué ratos. Sólo que, cuanto más tiempo pasa con él, más le gusta. Y por otro lado, para qué engañarse, ella necesita alguien que le dé seguridad, o sea, alguien con pasta, y, en eso, a Ed no hay quien lo supere. Casa en Regent?s Park, Porsche flamante, gran estilo de vida, son la prueba de que el hombre ideal está ahí, a su entera disposición, si no fuera por esos pequeños detalles irritantes que a veces lo hacen insoportable. Pero bueno, ¿tan complicado tiene que ser enamorarse? Porque de eso se trata, ¿no? La pregunta ya se la ha hecho mil veces, ahora ha llegado la hora de las decisiones.