Hayden Reese lleva una vida solitaria en un remoto pueblo californiano. Sus días transcurren a medio camino entre la marginalidad, la cárcel y las riñas constantes. Sólo le importa su perro Jenny, lo más similar a un amigo que ha tenido en años. Sin embargo, una vez más, el destino parece querer ponerle a prueba y Jenny muere. La muerte de Jenny conduce a Hayden al límite del abismo en el que él mismo se ha sumergido.
Porque Hayden Reese no ha sido siempre un expresidiario huraño y agresivo. Hubo un tiempo en que lo tuvo todo: una mujer a la que amaba profundamente, una hija maravillosa, un hijo en camino. Nada hacía prever que su vida se rompería para siempre y que él sería el responsable último de tantas pérdidas.
¿O quizás sí? Quizás Hayden podría haber intuido esa rabia sorda que se había ido acumulando poco a poco en sus manos, esa angustia oculta que se remontaba a una tarde lejana, muchos años atrás, cuando no había sido capaz de evitar el destino trágico de lo que entonces le era más querido. Quizás Hayden Reese podría haber adivinado que tanto llanto ahogado acabaría estallando y barriendo todo a su paso.