¿Bajo qué circunstancias una generación desencantada y sin rumbo puede dejarse vencer por la tentación del totalitarismo? Con su primera novela, “La tela de araña”—que apareció en un periódico vienés en octubre y noviembre de 1923, pocos días antes del “putsch” de Múnich (el fallido golpe de Hitler y Ludendorff)—, Joseph Roth parece responder de una manera profética a esa pregunta. El protagonista, Theodor Lohse, es uno de los muchos oficiales alemanes desmovilizados a causa de la drástica limitación de los contingentes de tropas impuesta por los vencedores de la Primera Guerra Mundial. Al verse excluido de la carrera militar a la que estuvo destinado desde niño, sin ningún proyecto que pueda enderezar su vida en un Berlín muy distinto al que conoció, Lohse terminará como espía y agitador a sueldo para una organización clandestina de extrema derecha con sede en Múnich. “La tela de araña” vio muy pronto confirmada su significación histórica por los acontecimientos en Alemania; pero, más allá de su certero vaticinio, hoy vemos también en ella las primicias del extraordinario talento narrativo de un escritor ejemplar por su sentido crítico y su rigor moral.