Capitán de Fortuna, comienza con el naufragio de un bergantín que, a principios del XIX, navegaba en demanda del famoso Cabo de Hornos y que, como tantos otros, ni siquiera llegó a avistarlo. Pero no es sólo el relato de un naufragio y de unas pobres criaturas abandonadas a su suerte en el rincón más inhóspito y a la vez más hermoso del globo. Capitán de Fortuna, partiendo del peor de los desastres, nos describe el tesón, el arrojo y la inquietud de aquellos marinos a los que nada ni nadie rendía, hombres que dieron a conocer otros mundos, otros pueblos, otras costumbres; gente de mar, bronca y dura aunque noble y generosa