“En nombre de la Tierra” es un libro lúcido y terrible sobre la vejez, el amor vivido en términos absolutos y la capacidad de la palabra para crear. En él nos habla un hombre solo, recluido en un asilo, que decide recordar—sobrevivir recordando—el pasado que fue (Mónica, los hijos, el trabajo, algunos tipos pintorescos como el revolucionario Salus) e ir más allá, crear el pasado que nunca fue, que pudo ser, que la fuerza del verbo hace que ahora y definitivamente sea. Con ello asistimos también a la realidad terrible del presente: el fingido interés de los hijos, la sordidez del asilo, la realidad fantasmal de los viejos que lo habitan, la solicitud maternal y lacerante de las enfermeras y, sobre todo, la sobrecogedora epifanía del propio cuerpo, envilecido ahora y antaño transcendente, cuerpo substancial como la tierra, absoluto y sexual, única posesión en donde el hombre se vive a sí mismo y por el que intenta abarcar todo lo demás. Vergílio Ferreira es una de las voces fundamentales de la Europa contemporánea, y con esta novela, Acantilado empieza la publicación de sus obras.