«Hemos vivido con los ojos pelones, sin saber qué hacer con la democracia. De los aztecas al PRI, con esa pelota nunca hemos jugado aquí.»
El Presidente Lorenzo Terán, un hombre bueno pero abúlico. Su intrigante jefe de Gabinete, Tácito de la Canal. Su calculador secretario de Gobernación, Bernal Herrera. «Séneca», el consejero áulico que se sabe inútil. Mondragón von Bertrab, el severo secretario de la Defensa, portador de un terrible secreto. El jefe de la policía, Cícero Arruza, que no tiene enemigos porque los ha matado a todos.
El Anciano del Portal, dispensando sabiduría política desde los carés de Veracruz, y el misterioso prisionero de la fortaleza de San Juan de Ulúa. El vengativo expresidente César León. Y dominándolo todo, María del Rosario Galván, operadora política y sexual suprema que un día le dice a su joven amante, Nicolás Valdivia: «Tú serás presidente de México.»
«Te ponen en el pecho la banda tricolor, te sientas en la Silla del Águila y ¡vámonos! Es como si te hubieras subido a la montaña rusa, te sueltan... y haces una mueca que se vuelve tu máscara... la Silla del Águila, es nada más y nada menos que un asiento en la montaña rusa que llamamos La República Mexicana.»