La construcción de una flota destinada a invadir Inglaterra no pudo mantenerse en secreto durante desmasiado tiempo, y en cuanto eso deja de ser un rumor, el Almirantazgo decide enviar a Nicholas Ramage, con plena libertad de movimientos pero sin ayuda oficial, para que averigüe con qué recursos cuenta Napoleón y para cuándo está prevista la operación.
Ya en Francia, las investigaciones llevan a Ramage al interior del país, donde una vez remitida a Londres la información, es apresado y condenado a morir en la guillotina, y sólo gracias a la colaboración de sus hombre y a la intervención de un francés antinapoleónico logrará abandonar el país.