A finales del siglo XIX, dentro del proceso de modernización del poder, se inició la gestión de la cultura de masas a través de la política de Fiestas, Homenajes, Centenarios y GrandesExposiciones. El ensayo general fue la Exposición de 1888 y el estreno del Cuarto Centenario del Descubrimiento de América. En él se vio la competición entre los diversos promotores y las polémicas entre las diversas interpretaciones del acontecimiento. El desastre de 1898 acució la demanda de Fiestas Nacionales. Los catalanes debatieron cuál había de ser su himno y su Fiesta Nacional. En esta vorágine se plantea el Tercer Centenario del Quijote.
En "La resurrección de Don Quijote" se presenta una visión catalana y catalanista del Tercer Centenario en la que se confabulan los abundantes catalanistas eruditos fans de Cervantes, la simpatía de la imaginación popular por la figura del Hidalgo manchego y una iniciativa comercial
que tenía que sortear muchos escollos de sensibilidades, por lo que no se repitió. Es un producto moderno, sin pretensiones de alta literatura, que no se ha de ver como literatura de costumbres sino como periodismo, efímero pero actual, superficial pero eficaz, para dar una visión entretenida de unas tierras y unas gentes.
Su autor, un profesional anónimo, debió ser un periodista asesorado por una buena compañía de cervantistas catalanes, buen conocedor del mundo de la política madrileña y de la vida cultural catalana.