«Jacques Cazotte (1719-1792) nos habla en su novela corta El diablo enamorado (1772) de un siglo XVIII muy diferente del que conocemos. De un siglo volcado en el esoterismo iluminista, con tanta o mayor ilusión que en el racionalismo militante. De un siglo que había descubierto que el rostro mítico y el rostro lógico no son en absoluto incompatibles, y que la luz y las tinieblas fueron creadas para vivir juntas. De un siglo que vio nacer la literatura fantástica propiamente dicha y asistió al nacimiento de un subgénero literario como la novela gótica inglesa, de tan sugestiva y brillante descendencia en las letras occidentales. Porque el siglo XVIII no es sólo la centuria en que se rinde culto a la razón (Voltaire), sino también la del descubrimiento de los monstruos que habitan la mente humana (Sade). La novela breve de Cazotte, escrita en un estilo razonable y claro, contiene sin embargo en sus páginas el germen de la tempestuosa revolución romántica. Si el autor acabó sus días en la guillotina por defender el pasado, no cabe duda alguna de que su obra propugnaba una apuesta de futuro.» Luis Alberto de Cuenca