Berenice es uno de los personjes más atractivos de las Antigüedad, y a él dedicaron en mayor medida obras Corneille, Racine y Mozart. Sin embargo a Howard Fast le interesa mostrar cómo la infancia en palacio y la suma belleza y riqueza de la princesa no lograron alterar algunos principios morales muy tempranamente asumindos por Berenice, que le permitieron superar pruebas tan duras como no poder casarse con Tito Flavio por temor de éste a las presiones sociales o como tener que comprar a precios exhorbitados a los niños y mujeres judías para lograr que no se desperdigaran por Occidente.
El retrato de la mujer que se oculta tras el personaje resulta sencillamente expléndido, muy impactante y de una gran fuerza, si bien eso no atenúa una lectura en clave política de la desigual lucha entre los judíos y el Imperio romano.