Hay una imagen tópica de Josep Pla que lo pinta como el hombre de campo, socarrón y apegado a los valores campesinos y tradicionales. Sin embargo, al observar en extenso su obra se descubren vetas poco exploradas o en cualquier caso poco conocidas: el buen conocedor de la Europa de los años veinte y treinta, el lector exhaustivo de los clásicos, el hombre al corriente de las nuevas tendencias en las más diversas artes, y el esteta descontento con lo que contempla a su alrededor. La potencia de esta prosa y la profundidad de pensamiento, si bien esta última a veces se oculta tras la ironía, son los grandes valores de esta recopilación.
En los últimos tiempos la valoración estrictamente literaria de la obra de Pla ha puesto de manifiesto tanto la potencia de su prosa como la originalidad de la misma en el contexto literario de su tiempo.
Valentí Puig, uno de los mejores conocedores de la obra de Pla en nuestro país, ha escrito un excelente prólogo en el que investiga las vinculaciones entre el estilo aforístico de Pla y el de otros grandes cultivadores del género.
Este mes de abril se cumplen 25 años de la muerte de Pla y esta obra es un pequeño homenaje y una pequeña muestra de su gran obra.