La segunda mitad del siglo XIX es crucial para el desarrollo de la que se va a convertir en la nación más poderosa del planeta: Estados Unidos. Además de producirse el conflicto fratricida que desemboca en la guerra civil, es una etapa decisiva para el progreso económico. En este sentido, es muy significativa la construcción de la vía férrea que unirá las dos costas del país. Este es el contexto en el que ha de vivir el señor Wilson, un ingeniero de Manhattan especializado en la construcción de puentes. Al morir su mujer durante el parto del primogénito, el señor Wilson se ve obligado a encargarse del cuidado del niño. Poco después, la empresa para la que trabaja firma un importante contrato: se encargarán de levantar los puentes de la parte este de la nueva vía ferroviaria. El señor Wilson es nombrado ingeniero jefe del proyecto, y esto implica que debe viajar a territorios indómitos para ponerse a las órdenes de la Union Pacific, un hecho que lo llena de pesar, ya que no tendrá más remedio que separarse de su hijo.