“Ignoramos el sentido del dragón, como ignoramos el sentido del universo, pero algo hay en su imagen que concuerda con la imaginación de los hombres”, asevera Jorge Luis Borges en El libro de los seres imaginarios, que traza un extraordinario catálogo de ciento dieciséis seres fantásticos que han poblado la mitología y la religión desde la noche de los tiempos. Algunos, como el gólem, la esfinge y el centauro, son hijos de la metafísica o la literatura; otros, como los gnomos y las hadas, son fruto de la invención humana. Al hilo de las evocaciones de los clásicos, las revelaciones de los místicos y los sueños de escritores y poetas, Borges da vida a viejos relatos olvidados y demuestra que, pese a la disparidad de la procedencia y las formas de esos seres extraños, todos proceden del mismo imaginario humano, de deseos y temores parecidos.